Nacemos y crecemos en sociedades con etiquetas: "el bueno", "el malo" ,"el exitoso", "el fracasado"... Eso nos ha obligado a tratar de encajar dentro de estos calificativos, con el objetivo de "hacer felices a nuestros padres, tíos, esposos, hijos...".
Solo las personas que deciden "ser libres" y tener "libre albedrío" comprenden que el éxito no es sinónimo de felicidad.

Me quedo con este planteamiento, porque lo suscribo en su totalidad:

No quiero estar entre los esclavos de la sociedad, competir y competir con quién es el mejor, el más guapo o el más rico. El mero hecho de que alguien quiera eso dice mucho de su personalidad. Para mí, esta es una persona sin sentido, vacía por dentro y espiritualmente pobre. Tal vez sea socialmente exitoso, pero ciertamente no alguien exitoso si el esfuerzo y la meta desaparecen.