Mis mejores recuerdos navideños

  En la actualidad, hablar de la temporada navideña es detonar un remolino de emociones que no quiero que se detenga, porque he sido tan feliz en esta etapa que amaría vivirla durante los 365 días del año, pero en vista de que esa eternidad es imposible, disfruto viajar alrededor de todos los hermosos recuerdos que tengo de Navidad junto a mis seres amados.

  Mi papá siempre me ha dicho que la Navidad es mi temporada favorita y él está tan seguro de eso, porque hace unos cuantos añitos atrás... Específicamente, cuando era una bebé, me encantaba jugar con los adornos navideños que había en la casa; en mi mundo, los veía como mis peluches y, aunque tenía conmigo unos juguetes, prefería jugar con Santa o el Muñeco de nieve.

  Para mí, seleccionar cuáles son mis recuerdos navideños favoritos es muy complicado, porque considero que todos los que he logrado crear tienen la etiqueta de preferidos, y esto se debe a que la magia que percibo en esos momentos es inmensamente perfecta; es más, ni siquiera yo misma logro explicar la conexión tan perfecta que tengo con la Navidad.

  Ahora bien, para darle un toque diferente a esa preferencia, hoy emprenderé una nueva aventura de segmentar recuerdos navideños y este viaje va a comenzar en mi infancia, cuando en compañía de mi papá, armamos juntos nuestro primer pino de Navidad. Cabe destacar que, por mi edad, no recuerdo exactamente todo lo que sucedió, pero sí están los pequeños flashbacks del momento que estábamos decorando y, lo que más retumba en mi mente, es la prisa que tenía para que llegara la noche y él me tomara una fotografía con ese pinito de Navidad que se encargó de iluminar la ilusión que tenía de que Santa ese año dejaría sus obsequios allí.

  Otro recuerdo inolvidable de esta época es cuando uno de mis primos y yo planeamos instalarnos en la sala para ver el momento en el que Santa llegara con los obsequios. Mi papá y tíos nos decían que así no funcionaban las cosas, pero nosotros, intrigados por ver al buen amigo de todos los niños, decidimos que de esa noche no pasaba. Les confieso que de allí no nos movíamos y, aunque el festín afuera estaba sensacional, seguíamos ahí. Sin embargo, mi tía se las ingenió tomándonos esta fotografía y, entre una cosa con la otra, en un pestañear salimos a ver el trineo de Santa volando sobre la casa, pero en esa salida, la magia navideña hizo de las suyas y cuando entramos, los regalos ya estaban en el arbolito. Hoy día, mi primo y yo decimos que esta foto es el espejismo más grande que hemos visto, pero entendemos que todo era para no arrebatarnos tan rápido el efecto navideño.

  Mis recuerdos navideños también están vestidos con el traje de gala de la reconciliación y, lo digo de esta manera, porque en Navidad me atreví a abrazar nuevamente a mi papá, acotando que, debido al problema que tuve con la depresión, durante mucho tiempo no quise tener ese tipo de contacto, pero por cosas del universo, en esa época y sin planificación alguna, le di ese afectuoso abrazo que tanto necesitábamos. Para mí, ese momento fue tan mágico que, de manera literal, sentí que el mundo se paralizó un período y la paz entró en mí, destruyendo toda la ansiedad que estaba contaminando mi alma sin contemplación alguna.

  A grosso modo, los momentos de hacer hallacas en familia también forman parte de mis mejores recuerdos navideños y, a pesar de que ese proceso lleva mucho trabajo, todos disfrutábamos estar allí preparando un alimento emblemático para la temporada en nuestro país. Allí, la risa y las canciones de Billos Caracas Boys hacían que la perfección fuera posible.

  El momento del intercambio de regalo en familia también lo recuerdo con mucho cariño. De hecho, el último año en el que estuvimos todos juntos de manera presencial, uno de mis tíos recitó el poema Las uvas del tiempo, de Andrés Eloy Blanco, y lo hizo con tanto amor que todos lloramos de la felicidad mientras nos abrazábamos.

  Sin lugar a dudas, me siento muy afortunada por vivir tantos momentos inolvidables junto a mis seres amados y, cada una de esas experiencias que coleccionamos, son parte de mi tesoro. Por ello, lo cuido con mucho esmero, ya que es lo que realmente me convierte en una persona millonaria.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación, fueron extraídas de mi galería personal}